RESUMEN:El hombre no merece por apetecer la bienaventuranza, porque todos los hombres la apetecen, sino que merece cuando elige los medios que conducen realmente a la verdadera bienaventuranza. De ahí que el mérito sea doble: primero en saber identificarla con sinceridad (saber que la bienaventuranza verdadera está en la íntima comunión de los hombres con Dios y con los demás), y luego en elegi...