Pero las virtudes tampoco son el fin, sino el bien al que nos disponen. No comemos para adquirir la templanza, sino que adquirimos la templanza para comer bien
CRUZ PRADOS, Alfredo: Deseo y verificación, Eunsa, Pamplona, 2015, p. 54 La virtud no es la razón última y absoluta de nuestras acciones y, por tanto, tiene sentido justificarla, porque la caracterización de nuestro obrar en términos de virtud –justo, templado, sincero…– no expresa de manera inme­diata y evidente la razón o motivo de ese mismo obrar. Cuando decimos que una acción virtuosa tiene valor en sí, lo decimos pensando en cierto tipo de bienes, pero decir eso no significa que esa acción no se ordene a ningún tipo de bien distinto de la virtud misma. Como dice MacIntyre, si es válido responder a la pregunta "¿por qué has hecho eso?" con la respuesta "porque era lo justo", también es válido, desde el punto de vista de la teoría moral, preguntarse por qué esa respuesta es una respuesta suficiente; y lo que la hace suficiente es que "los individuos y comunidades sólo pueden florecer de un modo específica­mente humano mediante la adquisición y el ejercicio de las virtudes"97. No comemos para adquirir la templanza, sino que adquirimos la templanza para comer bien, para comer de modo verdaderamente humano. No damos a cada uno lo suyo para ser justos, sino que somos justos para realizar el bien común, el cual sólo es real si cada uno participa de él recibiendo lo suyo.
[nosotros no comemos poco "para vivir la templanza", sino que vivimos la templanza para comer bien; no cuidamos la vista para vivir la castidad, sino que vivimos la castidad para amar a todos y todas como se merecen]