RESUMEN:
«Santo Tomás, en la Summa Theologiae (parte I-II, q. 85, a. 3), explica que el hombre fue despojado de la justicia original por el pecado del primer padre... y que por esta razón todas las fuerzas del alma quedaron de algún modo destituidas de su propio orden, por el que naturalmente se ordenaban a la virtud, lo que se llama herida de la naturaleza («vulneratio naturae»). SON CUATRO LAS POTENCIAS EN LAS QUE PUEDE DARSE LA VIRTUD: LA RAZÓN, EN LA CUAL RADICA LA PRUDENCIA; LA VOLUNTAD QUE ES EL SUJETO DE LA JUSTICIA; EL APETITO IRASCIBLE, EN Á QUE ESTÁ LA FORTALEZA; EL APETITO CONCUPISCIBLE, QUE ES EL SUJETO DE LA TEMPLANZA. Por el pecado original, la razón fue destituida del orden a la verdad, herida que se conoce con el nombre de ignorancia; la voluntad, por ser despojada del orden al bien, incurrió en la malicia; la herida del apetito irascible, al ser destituido de su orden al bien arduo, es la debilidad («infirmitas»); y la herida del concupiscible, desordenado con la relación al bien deleitable moderado por la razón, es la concupiscencia.»


TEXTUAL:
CAPITULO 195 De qué modo se han transmitido estos defectos a la posteridad

§372,

[NOTA DEL TRADUCTOR (José Ignacio Saranyana y Jaime Restrepo) 60* (...) Santo Tomás, en la Summa Theologiae (parte I-II, q. 85, a. 3), explica que el hombre fue despojado de la justicia original por el pecado del primer padre... y que por esta razón todas las fuerzas del alma quedaron de algún modo destituidas de su propio orden, por el que naturalmente se ordenaban a la virtud, lo que se llama herida de la naturaleza («vulneratio naturae»). SON CUATRO LAS POTENCIAS EN LAS QUE PUEDE DARSE LA VIRTUD: LA RAZÓN, EN LA CUAL RADICA LA PRUDENCIA; LA VOLUNTAD QUE ES EL SUJETO DE LA JUSTICIA; EL APETITO IRASCIBLE, EN Á QUE ESTÁ LA FORTALEZA; EL APETITO CONCUPISCIBLE, QUE ES EL SUJETO DE LA TEMPLANZA. Por el pecado original, la razón fue destituida del orden a la verdad, herida que se conoce con el nombre de ignorancia; la voluntad, por ser despojada del orden al bien, incurrió en la malicia; la herida del apetito irascible, al ser destituido de su orden al bien arduo, es la debilidad («infirmitas»); y la herida del concupiscible, desordenado con la relación al bien deleitable moderado por la razón, es la concupiscencia. El diablo puede naturalmente atacar (infestar) al hombre en el cuerpo y en el alma; pero la tentación diabólica no se explica por la agresión positiva del demonio, sino por una permisiva tolerancia, en cuanto que, removida una especial protección de nosotros, Dios facilitó de alguna manera las tentaciones a los demonios. (...)



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología (Libro) , , Ed.Rialp, 1980 Madrid Libro I: [Sobre la Fe]; Parte II: [Sobre la humanidad de Cristo]; Tratado Preliminar: [El pecado original]


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología Ed. Rialp, Madrid, 1980 (1269)


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