El obrar moral es el obrar de una voluntad que no quiere otra cosa que ser legal, que sólo está determinada –como dice Kant– por la universal legalidad de las acciones en general [I. KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, I, Editorial Porrúa, México, 1983, pp. 24-26].
p. 154 Pero, como ya vimos anteriormente, el obrar moral no es un obrar sin inclinación, sino por inclinación recta. Si el obrar moral excluye toda inclinación, para ser así un obrar por puro deber, entonces el obrar moral excluye también toda virtud, pues la formación de la virtud implica la generación de una inclinación hacia ese modo de obrar. Una voluntad moral es, según esto, una voluntad que se mantiene constantemente en guardia contra la posibilidad de adquirir la más mínima connaturalidad con su propio obrar moral. La ética del deber viene a ser la ética de la permanente inmadurez moral, la ética del continente perpetuo.
p. 158 (...) [crítica a Kant] qué motivos podemos tener para obrar por puro deber, cuando se ha empezado por caracterizar esa forma de obrar como un obrar sin motivos

p. 161 Como Michael Slote explica, Kant no reconoce valor moral a la búsqueda de la propia felicidad porque no puede ser un deber aquello mismo que hacemos espontáneamente[Michael SLOTE, From Morality to Virtue, Oxford University Press, New York, 1992, p. 48]. Para Kant, en general, el valor moral de una acción se encuentra en proporción inversa a la espontaneidad de esa acción, a la presencia de la inclinación en ella.