RESUMEN:
Ockham considera que nada ni nadie puede vincular la propia voluntad de Dios, ni siquiera el propio ser divino. La voluntad de Dios, fundamento de todo deber ser, está naturalmente indeterminada, y sólo por propia elección, sin tendencia previa de ningún tipo, decide una cosa u otra.


TEXTUAL:
La libertad omnipotente de Dios

p.300, §.2-p.301, §.1 Frente a la libertad del hombre, Ockham levanta la libertad de Dios. El pensamiento de Ockham está dominado por la idea de la omnipotencia divina, que le permite trasladar al absoluto su idea de la libertad. Para él, la voluntad divina es absolutamente libre; domina incluso hasta la ley moral y todas las leyes de la creación. Lo que Dios quiere es necesariamente justo y bueno, precisamente porque lo quiere; de esta voluntad procede la ley y todo valor o calificación moral. Al no estar determinada en la fijación del bien y del mal por nada diferente a sí misma, la voluntad divina puede modificar en cada instante lo que consideramos actualmente como permitido y como prohibido, en especial según los mandamientos del Decálogo. Dios puede cambiar, incluso, el primer mandamiento y, por ejemplo, llevando las cosas al extremo, ordenar a un hombre odiarle, de suerte que este acto sea bueno.

«Toda voluntad puede conformarse al precepto divino: pero Dios puede prescribir que la voluntad creada le odie, pues la voluntad creada puede hacerlo (y rehusar, por consiguiente, la bienaventuranza y el fin último). Además, todo lo que puede ser un acto recto en esta vida puede serlo en la patria: ahora bien, odiar a Dios puede ser un acto recto en esta vida si Dios lo manda, luego también puede serlo en la patria»

V.O:«Praeterea omnis voluntas potest se conformare precepto divino: sed Deus potest precipere quod voluntas creata odiat eum, igitur voluntas creata potest hoc facere, Preterea omne quod potest esse actus rectus in via et in patria: sed odire Deum potest actus rectus in via ista si precipiatur a Deo: ergo et in patria» (IV Sent. q. XIV, D, dictum quintum)

De igual modo, el odio al prójimo, el robo, el adulterio serían meritorios si Dios los ordenase. Ockham no reconocía, en efecto, en la naturaleza humana, orden o ley alguna que pudiera determinar a la libertad y a la omnipotencia divinas. Sin duda existe un «communis cursus rerum», un orden habitual de las cosas, en la moral y en la naturaleza, que se desarrolla conforme a las leyes que conocemos, lo que permite de Ockham conservar un sentido para expresiones clásicas como la ley natural; pero nada nos puede garantizar que mañana la voluntad divina no las modificará.



FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona II. Esbozo de una historia de la teología moral, CAPÍTULO X LA TEOLOGÍA MORAL A FINALES DE LA EDAD MEDIA: LA REVOLUCIÓN NOMINALISTA


FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)


CLAVES: Nominalismo > La «libertad omnipotente de Dios»