RESUMEN:
El fin del matrimonio es la procreación y educación de los hijos, y el bien de los conyuges.


TEXTUAL:
p.519, §.2 Que los hijos sean el fin directo y primario de la unión del hombre y de la mujer es una doctrina clásica evidente. ¿No testimonia en su favor la simple fisiología? Es tan natural, que el término «naturaleza» proviene de ahí, pues, tanto en griego como en latín, ha significado ante todo el acto de nacer. Pero se comprueba que el movimiento del pensamiento, tanto en Aristóteles, en Cicerón, como en santo Tomás, va en el sentido de una adición y de una precisión de lo que hay de propio en la generación humana: la educación de los hijos y el apoyo mutuo de los esposos, el cual es tan importante que va a constituir un segundo fin del matrimonio, pero "segundo" en modo alguno quiere decir secundario. Este fin, en efecto, es también natural, ya que conviene al hombre en su totalidad, cuerpo y alma. Busca formar entre el hombre y la mujer una amistad o un afecto único en su género, que tiene un pleno valor moral cuando se funda en las cualidades o las virtudes de uno y otro.

Para edificar una moral del matrimonio, no es preciso, por tanto, oponer los dos fines, ni ponerlos en competencia, sino ponerlos en comunicación y conjugarlos. El fin principal, especialmente la educación de los hijos, no se puede obtener convenientemente sin la colaboración de los esposos entre sí, sin su afecto o amistad mutua. Hay ahí como una necesidad natural de la educación familiar. Por otra parte, el rechazo del fin primero en el matrimonio entraña casi necesariamente el fracaso del fin segundo. El hijo es, en efecto, como el fruto propio, natural, del amor conyugal. Los esposos que lo rechazan condenan su amor a la esterilidad, incluso en el plano afectivo, y preparan su extinción en un plazo a medio o largo plazo. El amor, en efecto, tiende naturalmente a la fecundidad, en todos los planos; es como una ley de generosidad inscrita tanto en el alma como en el cuerpo del hombre y de la mujer. No se puede quebrantarla voluntariamente sin comprometer la vida misma del amor, en su verdad y en su profundidad.



FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona CAPÍTULO XVII LAS INCLINACIONES NATURALES EN EL ORIGEN DE LA LIBERTAD Y DE LA MORAL


FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)


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