«Algo se dice natural de dos maneras: de un modo cuando la naturaleza es principio activo suyo; de otro modo, porque la naturaleza es principio de que se disponga no de cualquier manera, sino como es preciso para su perfección»86 De Ver., Q.12, a. 3, sol., 200-205.
En el texto anterior, en efecto, parece que, subrayando la idea de principio activo, se insiste en la naturaleza como principio eficiente; mientras que en el segundo caso, que se refiere expresamente al bien, a la perfección intrínseca de la naturaleza, se apunta al fin como principio de orden. La distinción será de utilidad para justificar más adelante cómo no todo lo espontáneamente natural –debido a la eficiencia de la naturaleza– es por ello mismo conforme a la naturaleza, en el sentido de conforme a su fin propio.
Ana Marta GONZÁLEZ, Moral, razón y naturaleza, 2ª ed., Eunsa, Pamplona 2006, p. 55