RESUMEN:
Ni el propio temperamento debido a causas ajenas a la voluntad, por ejemplo por herencia genética, ni los hábitos adquiridos o infusos, excluyen la existencia de la libertad.


TEXTUAL:
Arg. 19 Dice el Filósofo en Ethic. 3 que "según es cada uno así le parece el fin". Pero no está en nuestro poder el ser de un modo o de otro, ya que al hombre le viene dado de nacimiento y depende de nosotros el aprobar un fin u otro. Como, por otra parte, todo juicio sobre lo que debe hacerse viene dado por el fin, hemos de concluir que no gozamos de libre albedrío.

Ad 19. Los hombres, al nacer, no reciben de un cuerpo celeste ni de ningún otro en su alma intelectiva, y de un modo inmediato, ninguna disposición intelectiva que los obligue a inclinarse a elegir un fin particular. Antes bien, se da en ellos, por naturaleza, el deseo necesario del fin último, que es la felicidad. Esto, empero, no impide la libertad de albedrío. Quedan abiertos diversos caminos que pueden elegirse para conseguir aquel fin. Eso es así porque los cuerpos celestes no influyen directamente en el alma racional.

En cambio, desde el nacimiento, existe en el cuerpo humano alguna disposición que proviene ya del poder de los cuerpos celestes o bien de causas inferiores, como son el semen y la materia de su concepción, gracias a la cual el alma está, en cierto modo, inclinada a elegir algo. Por eso la elección del alma racional está influenciada ciertamente por las pasiones del apetito sensitivo, que es potencia corporal y sigue las condiciones del cuerpo. Pero de esto no se deriva para el hombre ninguna necesidad de elegir, dado que es potestativo del alma racional el aceptar o rechazar las pasiones originadas.

Posteriormente el hombre se ve afectado por el hábito, ya sea un hábito adquirido, cuya causa somos nosotros, o ya sea un hábito infuso, que no se da sin nuestro consentimiento, aunque nosotros no somos su causa. El hábito es de tal naturaleza que hace al hombre desear eficazmente el fin que esté en consonancia con ese mismo hábito. Pero, por otra parte, no lleva consigo necesidad ni suprime la libertad de elección.



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 (Libro) , , Ed.BAC, 2003 Madrid Q. DEL LIBRE ALBEDRÍO, Art. 1 ¿Tiene el hombre libre albedrío? (De Veritate, q.24)


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 Ed. BAC, Madrid, 2003


CLAVES: Libertad > ¿Tiene el hombre libertad?