RESUMEN:
La realidad del individuo, rectamente conocida, lleva en sí misma la referencia a la totalidad, la referencia al otro, lo cual sólo es posible si hay una idea común del ser del hombre. Desde una perspectiva creacionista esa idea es la idea que tiene Dios al crearnos: responder a esa idea es tarea nuestra. "Vivir el ser como respuesta" a esa idea creadora, manifestada en el Decálogo. Por eso vivir el Decálogo significa vivir la propia semejanza con Dios, responder a la verdad de nuestra esencia


TEXTUAL:
p. 218-219

La cuestión acerca de cómo puede establecerse la relación debida entre la responsabilidad y la libertad, no puede decidirse sencillamente mediante un cálculo de los efectos. Hemos de recuperar el pensamiento anterior de que la libertad humana es una libertad dentro de la coexistencia de las libertades; tan sólo así es una libertad verdadera, a saber, se ajusta a la verdadera realidad del hombre. Esto significa: yo no necesito en absoluto buscar desde el exterior elementos que corrijan la libertad del individuo; de lo contrario la libertad y la responsabilidad, la libertad y la verdad seguirían siendo siempre términos opuestos, cosa que no es cierta. La realidad del individuo, rectamente conocida, lleva en sí misma la referencia a la totalidad, la referencia al otro. Según esto, podemos afirmar que existe la verdad común del único ser del hombre, una verdad que reside en todo hombre: esa verdad que por la tradición fue designada como «naturaleza» del hombre. Partiendo de la fe en la creación, podremos formularlo aún más claramente: existe una sola idea divina «hombre»; responder a esa idea es tarea nuestra. En esa idea la libertad y el espíritu comunitario, el ordenamiento y la referencia al futuro son una única cosa.



La responsabilidad significaría entonces vivir el ser como respuesta, como respuesta a lo que nosotros somos en verdad. Esa única verdad del hombre, en la que el bien de todos y la libertad se encuentran en una relación indisoluble, se halla expresada en la tradición bíblica por el Decálogo, el cual, por lo demás, coincide en muchos aspectos con las grandes tradiciones éticas de otras religiones. El Decálogo es a un mismo tiempo auto-representación, auto-presentación de Dios e interpretación del ser del hombre, el resplandecer de su verdad, que se hace visible en el espejo de la esencia de Dios, porque sólo a partir de Dios es posible entender rectamente al hombre. Vivir el Decálogo significa vivir la propia semejanza con Dios, responder a la verdad de nuestra esencia y, de este modo, hacer el bien. Dicho de otro modo, vivir el Decálogo significa vivir la semejanza divina del hombre, y en eso consiste la libertad: la fusión de nuestro ser con el Ser divino y la armonía, que de ahí se sigue, de todos con todos. (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2052 -2082)



p.220

§1 (...) Si el Decálogo, interpretado activamente por la reflexión racional, es la respuesta a la exigencia interna de nuestro ser, no puede considerarse el polo opuesto a nuestra libertad, sino la forma real de la misma. Por tanto, el Decálogo es el fundamento de todo el derecho de la libertad y la fuerza genuinamente liberadora de la historia humana.



FUENTE:
RATZINGER, Joseph: Fe, Verdad y Tolerancia, Ed.Ed. Sígueme, 1985 Salamanca II. LA CUESTIÓN DE LA VERDAD Y DE LAS RELIGIONES. 3 La verdad - la tolerancia - la libertad


FUENTE AMPLIADA:
RATZINGER, Joseph: Fe, Verdad y Tolerancia Ed. Ed. Sígueme, Salamanca, 1985 (1983)


CLAVES: Ley natural > Universalidad > Ordena al bien común, dipone hacia la totalidad