RESUMEN:
Las virtudes, que mueven al hombre a actuar según la recta razón, no son contrarias a la naturaleza, sencillamente le determinan su justa medida, para que la satisfacción de la inclinación no sea bestial, sino racional


TEXTUAL:
Ninguna virtud se opone a una inclinación natural, puesto que hay en nosotros una tendencia natural a la virtud, como leemos en II Ethic. Ahora bien: la templanza nos aparta de los placeres, hacia los cuales nos inclina la naturaleza, tal como se dice en II Ethic. Por consiguiente, la templanza no es una virtud.



Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: La naturaleza inclina a cada uno hacia lo que le es conveniente. De ahí que el hombre desee, de un modo natural, la delectación que le es conveniente. Pero, dado que el hombre, en cuanto tal, es racional, se sigue que los placeres que convienen al hombre son los que se ajustan a la razón. Ahora bien: la templanza no aparta de éstos, sino de los que se oponen a la razón. Por consiguiente, es evidente que la templanza no se opone a la inclinación natural del hombre, sino que actúa de acuerdo con ella. Se opone, en cambio, a la inclinación bestial, no sujeta a la razón.



FUENTE:
Suma de Teología II-II, q.141, a.1


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)


CLAVES: Ley natural > Inclinaciones naturales > Virtud e inclinaciones naturales