p. 123-124: Pero la ley no sólo da forma al obrar humano en común, en sociedad, sino que también mueve, compele a actuar de esa forma. La razón de que la ley pueda obligarnos a actuar de una forma determinada, está en que hacerlo, cumplir la ley es condición de nuestro propio bien, de nuestro mejor bien, que por ser un bien común, es igualmente el mejor bien de los demás miembros de nuestra sociedad. Si esto no fuera así, la ley no constituiría una obligación sino una coacción: una forma de violencia, pues es violencia el mover a un ser hacia un fin o bien que no le es propio.
La ley prescribe el modo de obrar que corresponde a la correcta ordenación y disposición del ciudadano respecto del bien común, es decir el modo de obrar que es propio y característico del ciudadano virtuoso. Lo que en la ley es prescriptivo, en el ciudadano excelente se hace descriptivo. En último extremo, la finalidad de la ley es conducir a los ciudadanos a la virtud, moverlos hacia la adquisición del carácter que es idóneo para la vida ciudadana excelente, para la vida plenamente humana, buena y feliz 118.
118. Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1102 a 7-10, 1103 b 1-5. Santo Tomás de Aquino, S. Th., III, q 92, a 1 c; In III Ethic., 251.