La medida del bien es el hombre bueno
La medida del bien es el hombre bueno
Por lo demás, el propio Santo Tomás no tiene inconveniente lo que afirmaba Aristóteles en la Ética a Nicómaco: «el hombre bueno juzga bien todas las cosas y en todas ellas se le muestra la verdad. Para cada carácter hay bellezas y agrados peculiares y seguramente en lo que más se distingue el hombre bueno es en ver la verdad en todas las cosas, siendo, por decirlo así, el canon y la medida de ellas»284. Con ello se compadece perfectamente la siguiente afirmación de la Summa Theologiae: «se ha de considerar como fin más perfecto el deseado por aquel con el afecto mejor dispuesto»285. Es fácil entender por qué: la buena disposición del afecto – querer como es debido lo que es debido– manifiesta una vida integrada, y toda integración u orden deriva de un fin. El del avaro, por ejemplo, es excesivamente estrecho para favorecer una buena disposición del afecto; probablemente, llevado de su excesivo amor al dinero, no sabrá tratar a los seres humanos como estos lo merecen, y al hablar con ellos no podrá evitar pensar en cuánto dinero podrá sacarles.
284. Ethic. Nic., III, 4, 1113 a 28-32. cfr. VI, 12, 1144 a 33; X, 5, 1176 a 16; X, 6, 27.
285. Cfr. S. Th. I-IIae, Q. 1, a. 7, sol.