p. 432 Si los parlamentarios se encuentran completamente vinculados a las directrices de su partido, el debate parlamentario no pasa de ser una vana escenificación, que carece de toda eficacia sobre la determinación de la voluntad surgida aparentemente del debate público. El partido que cuenta con la mayoría parlamentaria introduce en el aparente debate público su voluntad privada, con intención de que quede convertida en voluntad popular sin sufrir modificación alguna, es decir, con intención de que la discusión pública resulte completamente irrelevante en la determinación de la voluntad popular. Esa voluntad particular no comparece en el parlamento como un punto de partida para el diálogo público, sino como una inamovible decisión, tomada previa y privadamente, que hace irreal la actividad parlamentaria.