RESUMEN:
Por la religión honramos a Dios por su excelencia. En cambio por la caridad lo amamos como sumo bien, y con la misma caridad amamos a los hombres en cuanto que participan de la bondad de Dios. En cambio con la religión no honramos a los hombres porque los hombres no participan de la excelencia de Dios.


TEXTUAL:
3. Todavía más: la caridad con que amamos a Dios no es virtud distinta de la caridad con que amamos al prójimo. Ahora bien, como leemos en VIII Ethic. 15: "Ser amado y ser honrado son casi sinónimos". Luego tampoco la religión con que honramos a Dios es virtud especial, distinta de la veneración, la dulía o la piedad con que honramos al prójimo. No es, por tanto, virtud especial.



3. A la tercera hay que decir: Que el objeto del amor es el bien, mientras que el del honor o reverencia es cualquier cosa excelente. Ahora bien: la bondad de Dios se comunica a sus criaturas; no así la excelencia de su bondad. Por tanto, la caridad con que Dios es amado no es virtud distinta de la caridad con que amamos al prójimo; en cambio, la religión con que se honra a Dios se distingue de las virtudes con las que honramos al prójimo.



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a), Ed.BAC, 1995 Madrid q.81, a.4


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)


CLAVES: Justicia > Partes Potenciales > Religión