Jerarquía de bienes en el hombre

Ahora bien, para discernir en qué consiste tal felicidad, y, en consecuencia, para querer bien a una persona, es preciso atender a la naturaleza110, y, en particular, a la jerarquía per se de los bienes. Una relación jerárquica de estos la encontramos implícita en las primeras cuestiones de la Prima Secundae: los bienes exteriores, como las riquezas, están en función de los bienes del cuerpo, como la salud, y ésta en función de los bienes del alma111, tanto en su parte intelectiva, como la ciencia, como en su parte apetitiva, la virtud, que en cierto modo puede considerarse como aquello que permite querer de forma adecuada todos los restantes bienes –incluyendo la naturaleza infrahumana112. La virtud, por su parte, sirve a la rectitud de la voluntad hacia Dios.
110. Es de notar que recoger este aspecto se encuentra también en la intención de personalistas como ROTTER (cfr. o. c., p. 41). Sin embargo, los aspectos naturales que menciona, los intepreta según un concepto meramente fáctico naturaleza, en el que no se detecta ninguna racionalidad interna de por sí al servicio de la integridad humana. Por eso, en su planteamiento, todo queda encomendado finalmente a la interpretación del sujeto.
111. Cfr. S. Th. II-IIae, Q. 152, a. 2, sol.
112. Por seguir con el tema ecológico: precisamente, apoyándose en la jerarquía de los bienes, SANTO TOMÁS condena expresamente en alguna ocasión la eventual crueldad con la que el hombre puede tratar a los animales, si bien no tanto por los animales mismos como por la crueldad que de por sí envilece el alma del hombre: «Si qua vero in Sacra Scriptura inveniantur prohibentia aliquid crudelitatis in animalia bruta committi, sicut de ave cum pullis non occidenda: hoc fit vel ad removendum hominis animum a crudelitate in homines exercenda, ne aliquis, exercendo crudelia circa bruta, ex hoc procedat ad homines; vel quia in temporale damnum hominis provenit animalibus illata laesio, sive inferentis sive alterius; vel propter aliquam significationem, sicut Apostolus exponit illud de non alligando ore bovis triturantis». III SCG. c. 112, p. 357 (Leonina); n. 2868 (Marietti). Porque si los bienes exteriores están en función del bien del cuerpo, éste, a su vez, está en función del bien del alma. Cfr. estructura de S. Th. I-IIae, Q. 2.