RESUMEN:
La creciente influencia del Islam se debe a la decadencia moral del Occidente cristiano


TEXTUAL:
p.266

Card. Ratzinger: En la situación cultural del siglo XIX y principios del siglo XX, hasta entrados los años sesenta, la superioridad industrial, cultural, política y militar de los países cristianos era tan grande que el islamismo quedó relegado a un segundo plano, y el cristianismo -o al menos las civilizaciones fundadas en el cristianismo- quedó como el gran poder vencedor de la historia universal. Pero entonces tuvo lugar la grave crisis moral del mundo occidental en la que también se encontraba el mundo cristiano. Ante la profunda contradicción moral del mundo occidental y su confusión interior, y ante la reaparición del poder económico en los países árabes, el alma islámica despertó: «nosotros también valemos algo», «nuestra identidad vale más que otras», «nuestra religión se mantiene firme, mientras que de la vuestra ya no queda nada».



Este es el sentimiento del mundo islámico: «los países occidentales no tienen mensaje moral, lo único que pueden ofrecer al mundo es un know how»; «la religión cristiana ha abdicado, ya no le queda nada de auténtica religión»; «los cristianos no tienen moral ni tienen fe, sólo les quedan restos de ideas de una Ilustración moderna»; «nosotros, en cambio, tenemos una religión firme y segura».



Así, los musulmanes tienen la convicción de que el Islam, al final, es el que ha quedado en escena como la religión más viva, que ellos tienen algo que decir al mundo; que son la verdadera fuerza religiosa del futuro. Antes, la sharíah y todo lo demás habían salido de escena, ahora está presente el nuevo orgullo. Y eso ha originado un nuevo entusiasmo, ha despertado un fuerte e intenso deseo de vivir el Islam. Y su fuerza consiste en que: «nosotros tenemos un mensaje moral, ininterrumpido desde los profetas, y diremos al mundo cómo se ha de vivir; los cristianos ya no lo pueden hacer». Con esta fuerza interior del Islam, que está fascinando incluso los ambientes académicos, es con la que tenemos que habémoslas.





FUENTE:
RATZINGER, Joseph: La sal de la tierra (Libro) , , Ed.Palabra, 2005 Madrid 266


FUENTE AMPLIADA:
RATZINGER, Joseph: La sal de la tierra Ed. Palabra, Madrid, 2005 (1996)


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