RESUMEN:
Tipos de cenizos: cenizos afligidos y cenizos destructivos. Dentro de los segundos cabe distinguir a los cenizos proselitistas y a los cenizos suicidas.


TEXTUAL:
Se entiende por cenizo aquel espécimen relativamente humano que sólo ve la parte lóbrega de las cosas: cuando hace sol, llora por la sequía; cuando llueve, profetiza inundaciones. Para él, las botellas mediadas están siempre medio vacías; considera que la salud es un estado transitorio que no presagia nada bueno; asegura que no hay situación tan desesperada que no pueda agravarse, y piensa que los seres humanos sólo somos sólo unos muertos que están de vacaciones.

El prof. Kloster distingue hasta ocho tribus de cenizos; pero nos fijaremos sólo en dos: los llamados cenizos afligidos y los destructivos.

El cenizo afligido está convencido de que todo sale siempre mal, pero no lo dice: se limita a mirar al prójimo con aire atribulado cada vez que éste se propone algo “imposible”. Y, si, a pesar de todo, lo alcanza, verá en ese éxito un signo evidente de que la catástrofe final será aún mayor.

Sus expresiones favoritas son: “se veía venir”; “más dura será la caída”; “ya te lo decía yo”; “no por mucho madrugar amanece más temprano”, etc. Todo lo cual le sirve para no madrugar y para no correr riesgos, por el sencillo procedimiento de abstenerse de tomar decisiones.

El cenizo destructivo es más peligroso, y a su vez se divide en dos razas: el cenizo proselitista (gafoide) y el suicida (o gafe). El primero se dedica vocacionalmente a cortar las alas de los demás. A tan triste cirugía consagra sus mejores esfuerzos. Pone todo su entusiasmo en desentusiasmar a los entusiastas, y se siente feliz si lo logra. Sus frases más repetidas son: “no seas loco”; “te arrepentirás”; “fíjate en Lupe, que también se casó con un murciano y ya está separada”; “ni se te ocurra hacerte cura: te saldrás”, etc. Y es que los cenizos proselitistas tienden a suponer que un proyecto que comprometa del todo sólo puede nacer de la neurosis o de la manipulación mental. De ahí que luchen con toda el alma para evitar que los demás abandonen ese estado letárgico de coma espiritual en el que suponen se encuentra la felicidad.

Capítulo aparte merece el cenizo suicida. Se trata de un sujeto que, cuando no tiene más remedio, emprende tareas de cierta entidad, pero siempre con la convicción de que no prosperarán. Este cenizo, también llamado gafe, capta con sorprendente precisión todos los obstáculos que se le pueden presentar en el camino, y se estrella metódicamente en cada uno.



COMENTARIO:
Tipo


FUENTE:
MONASTERIO, Enrique: Pensar por libre, Ed.Palabra, 1996 Madrid p.142-143


FUENTE AMPLIADA:
MONASTERIO, Enrique: Pensar por libre Ed. Palabra, Madrid, 1996


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