RESUMEN:
MUY IMPORTANTE: El fin del hombre no es como el de los animales en el sentido de que éstos tienen vías muy determinadas para alcanzarlo, por eso están ya dotados de sus instrumentos naturales (cuernos, piel, garras, etc.) a la medida de las vías dispuestas para que logren su fin. En cambio, el fin del hombre, que consiste en la plenitud de su bondad, se logra por vías muy diversas, y por eso fue dotado de razón y manos, para que él mismo eligiera entre tantos medios posibles legítimos que conducen al fin, el que quisiera. Naturalmente apetece el fin último de la bienabenturanza, y no puede dejar de apetecerlo, y por eso no hay mérito ni demérito en apetecerlo, porque es irrenunciable. PERO el hombre tiene mérito CUANDO ELIGE LOS MEDIOS QUE REALMENTE LE CONDUCEN A LA BIENAVENTURANZA que naturalmente apetece. Y por eso el hombre bueno es el que ha acertado con la felicidad, buscándola donde REALMENTE podía ser saciada.


TEXTUAL:
ARTICULO 7 Si alguien adquiere mérito queriendo lo que quiere necesariamente

RESPUESTA

Hay que decir que, de un modo, se adquiere mérito queriendo lo que se quiere necesariamente, y de otro no. Para verlo hay que saber que al hombre y a los animales, de modo diferente, se nos ha proporcionado algo por naturaleza, tanto según el cuerpo como según el alma. A los otros animales, según el cuerpo, se les han proporcionado vestidos específicos, como piel dura, plumas y cosas parecidas, y defensas especificas, como cuernos, garras y similares; y esto es así porque tienen pocas vías para obrar, a las que pueden ordenarse instrumentos determinados [como sólo pueden obrar de determinadas maneras, sólo disponen de determinados medios concretos adecuados a dichas maneras]. Pero al hombre estas cosas se le han proporcionado en general, por cuanto que la naturaleza le ha dado manos, con las que puede prepararse varias cosas, tanto vestidos como defensas. Y esto precisamente porque la razón del hombre es tan múltiple y alcanza cosas tan diversas que unos instrumentos determinados no podrían proporcionarle las cosas necesarias.

Algo semejante ocurre por parte de la aprehensión, porque a los otros animales se les ha otorgado, según la estimación natural, unas concepciones especiales que les son necesarias; por ejemplo, a la oveja, que el lobo es su enemigo, y otras cosas parecidas. Pero, en vez de esto, al hombre se le han otorgado principios universales entendidos naturalmente, con los cuales puede llegar a todo lo que le es necesario. Y de modo semejante también por parte del apetito, pues a las demás cosas se les ha proporcionado un apetito de algo determinado, así a los graves que tiendan hacia abajo, y también a cada animal lo que le es conveniente según su naturaleza. AL HOMBRE, EN CAMBIO, SE LE HA PROPORCIONADO EL APETITO DE SU ÚLTIMO FIN EN COMÚN [¿en general?], PLENO EN BONDAD [sed homini inditus est appetitus ultimi finis sui in communi, ut scilicet appetat naturaliter se esse completum in bonitate]. Pero en qué consista esta perfección, si en las virtudes, o en las ciencias, o en los deleites, o en alguna otra cosa, no le ha sido determinado por la naturaleza.

Por consiguiente, cuando el hombre con su propia razón, ayudado de la divina gracia, aprehende un bien específico como su bienaventuranza, y en él consiste su bienaventuranza realmente, entonces adquiere mérito no por apetecer la bienaventuranza que apetece por naturaleza, sino por apetecer esto específico que no apetece por naturaleza, como la visión de Dios, en la cual, por otra parte, consiste su bienaventuranza con toda verdad. Ahora bien, si alguien con razonamiento erróneo es llevado a apetecer algo específico como su bienaventuranza, por ejemplo los deleites corporales, en los cuales, en realidad de verdad, no consiste su bienaventuranza; apeteciendo así, desmerece, no por apetecer la bienaventuranza, sino por apetecer indebidamente como bienaventuranza algo en lo que ésta no está. Queda, por tanto, claro que el querer lo que se quiere por naturaleza en sí mismo no es meritorio ni demeritorio; pero cuando se especifica a una cosa o a otra, puede ser meritorio o demeritorio. Y de este modo los santos merecen deseando a Dios y la vida eterna.



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 (Libro) , , Ed.BAC, 2003 Madrid Q. sobre el apetito del bien, Art. 7 Si alguien adquiere mérito queriendo lo que quiere necesariamente (De Veritate, q.22)


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 Ed. BAC, Madrid, 2003


CLAVES: Fin último del hombre > Fin último objetivo y subjetivo