RESUMEN:
«SIEMPRE QUE SE MUDA EL HÁBITO, CAMBIAN IGUALMENTE EL APETITO Y EL JUICIO DEL HOMBRE SOBRE EL FIN ÚLTIMO»

«Pero esto [esta influencia de los apetitos en la estimación del fin] conviene sólo a los hombres en esta vida, en la cual están constituidos en un estado de mudanza. El alma después de esta vida es intransformable, en cuanto a la alteración, porque semejante transformación le afectaba sólo [durante la vida mortal y] accidentalmente y de acuerdo con cierta transmutación operada en el cuerpo. [PERO] CUANDO EL ALMA HAYA VUELTO A TOMAR SU CUERPO, NO SEGUIRÁ LOS CAMBIOS DE ÉSTE, SINO AL CONTRARIO»


TEXTUAL:
CAPITULO 174 En qué consiste el castigo del hombre respecto a la pena de daño

§346. (...)



Que un hombre cifre su felicidad suprema en tal cosa particular y otro, en otra diferente, no depende del hecho de que sean hombres ya que en tal cosa los hombres difieren por sus juicios y en sus apetitos , sino que esto conviene a cada uno en razón de sus disposiciones personales [cf. Aristóteles, EN, lib. 3, cap.7]. Digo disposiciones personales, según las pasiones o los hábitos; y, por esta razón, si se alterasen, le parecería mejor otra cosa, como se observa perfectamente en aquellos que por pasión desean una cosa como la más excelente, pero cuando la pasión ?como, por ejemplo, la cólera o la concupiscencia desaparece, ya no les parece tan bueno como antes. Los hábitos son más permanentes [que las pasiones], y por eso se persevera más firmemente en las cosas que se hacen por hábito. SIN EMBARGO, SIEMPRE QUE SE MUDA EL HÁBITO, CAMBIAN IGUALMENTE EL APETITO Y EL JUICIO DEL HOMBRE SOBRE EL FIN ÚLTIMO.

Pero esto [esta influencia de los apetitos en la estimación del fin] conviene sólo a los hombres en esta vida, en la cual están constituidos en un estado de mudanza. El alma después de esta vida es intransformable, en cuanto a la alteración, porque semejante transformación le afectaba sólo [durante la vida mortal y] accidentalmente y de acuerdo con cierta transmutación operada en el cuerpo. [PERO] CUANDO EL ALMA HAYA VUELTO A TOMAR SU CUERPO, NO SEGUIRÁ LOS CAMBIOS DE ÉSTE, SINO AL CONTRARIO [Resumpto vero corpore non sequetur ipsa (anima) mutationem corporis, sed potius e converso]. El alma está actualmente unida a un cuerpo engendrado y, por consiguiente, sigue las transformaciones del cuerpo; entonces, en cambio, el cuerpo estará unido a un alma preexistente y, por consiguiente, seguirá totalmente sus condiciones. [Durante esta vida mortal los apetitos son determinantes en la estimación del fin, de ahí la importancia de las virtudes morales, por las que se domestican los apetitos para que aprendan a apetecer el fin verdadero. Pero tras la resurrección, el cuerpo, con todos sus apetitos, se plegará completamente a la estimación del fin que tuvo el hombre en el momento de su muerte].

Sea cual fuere el fin último que el alma haya elegido, y en el que se encuentre cuando sobrevenga la muerte, en ese estado permanecerá eternamente, apeteciéndole como el mejor, sea bueno o sea malo, según estas palabras del Eclesiastés: «Si el árbol cayera hada el Mediodía o hacia el Norte, como quiera que caiga, así quedará» (Eccl 11, 3). Por consiguiente, después de esta vida los que sean hallados buenos en el momento de la muerte, mantendrán eternamente su voluntad afirmada en el amor al bien; y, por el contrario, los que sean hallados malos, permanecerán eternamente obstinados en el mal.



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología (Libro) , , Ed.Rialp, 1980 Madrid Libro I: [Sobre la Fe]; Parte I: [Sobre Dios uno y Trino]; Tratado III: [Sobre las obras de Dios], Secc.2ª [Sobre el gobierno del mundo]


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología Ed. Rialp, Madrid, 1980 (1269)


CLAVES: Fin último del hombre > Fin último objetivo y subjetivo