RESUMEN:
«Una cosa tiende a un fin que aún no tiene, y se deleita en él cuando ya lo ha alcanzado, por la misma naturaleza por la que la tierra, por ejemplo, desciende hacia abajo, descansa allí. Por consiguiente no es propio del fin último tender a un fin, sino disfrutar de sí mismo como fin.»


TEXTUAL:
Arg. 11. Apetecer el fin es propio de lo que está ordenado a un fin; pero Dios, que es el último fin, no se ordena a un fin; luego no apetece el fin o el bien; y, así, no todas las cosas apetecen el bien.

Ad. 11 Una cosa tiende a un fin que aún no tiene, y se deleita en él cuando ya lo ha alcanzado, por la misma naturaleza por la que la tierra, por ejemplo, desciende hacia abajo, descansa allí. Por consiguiente no es propio del fin último tender a un fin, sino disfrutar de sí mismo como fin. Y aunque esto no puede afirmarse propiamente del apetito, no obstante es algo que pertenece al género del apetito, de lo cual deriva todo apetito. Precisamente porque Dios disfruta de sí mismo, dirige las demás cosas hacia sí.


FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 (Libro) , , Ed.BAC, 2003 Madrid Q. sobre el apetito del bien, art.1 Si todas las cosas apetecen el bien (De Veritate, q.22)


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 Ed. BAC, Madrid, 2003


CLAVES: Fin último de todo lo creado > Es Dios mismo > De qué modo dios es fin último de todo