RESUMEN:
Por qué no hay nada que deleite establemente al hombre


TEXTUAL:
VII, 14, §1077. (...) La razón es porque nuestra naturaleza no es simple, sino compuesta de múltiples cosas y mudable de una a otra, en cuanto está sometida a la corrupción. Por eso, si el hombre según una disposición suya realiza alguna acción que le es deleitable, este deleite está por encima de la naturaleza de otra disposición del hombre. Como contemplar es natural para el hombre en razón de su intelecto, pero está por encima de la naturaleza de los órganos de su imaginación que trabajan en la contemplación; por eso, la contemplación no es siempre deleitable para el hombre. Es similar el ingerir alimento, que es natural para el hombre indigente del mismo, pero supera a la naturaleza del el cuerpo ya saciado. Cuando el hombre se acerca a una disposición contraria, entonces, aquello, que antes era deleitable según la disposición anterior, aún no le parece triste porque todavía no ha advenido del todo la disposición contraria, ni le parece deleitable porque ya en parte la disposición anterior desapareció.



VII, 14, §1078. Infiere cierto corolario. Si la naturaleza del ser que se deleita fuera simple e inmutable, siempre una misma acción suya sería deleitable en grado sumo, como si el hombre fuera sólo intelecto siempre se deleitaría contemplando. De allí que, como Dios es simple e inmutable, siempre goza del único y simple deleite que tiene en la contemplación de sí mismo. Pues la operación que causa el deleite no consiste sólo en movimiento sino también en inamovilidad, como se ve en la operación intelectual. Y el deleite que se da sin movimiento es mayor que el que se da en el movimiento, porque en este caso consiste en el hacerse. En cambio, el deleite que se da en la quietud consiste en ser ya perfecto, como se ve por lo dicho.



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Comentario a la Ética a Nicómaco (Libro) , , Ed.EUNSA, 2001 Pamplona VII, 14, §1077


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Comentario a la Ética a Nicómaco Ed. EUNSA, Pamplona, 3000 (2000)


CLAVES: Felicidad > Límites > Nada deleita plenamente al hombre mortal