El movimiento es tanto más natural cuanto más libre, porque eso significa que el agente es tanto más dueño de sus actos

Llegamos así a la conclusión, aparentemente paradójica, según la cual el movimiento natural –tomando «naturaleza» como «principio»– es simultáneamente el movimiento más libre. Insisto: si naturaleza equivale a principio, y en el principio del comportamiento humano es el intelecto, que es la potencia más libre, –más adelante precisaremos esta indicación–, cuanto más natural-principial sea un movimiento, es decir, cuanto más principiado por el intelecto, tanto más libre será ese comportamiento; cuanto más principiado se encuentre en el fin-bien intelectualmente conocido, más libre será el movimiento. También por esta razón, en la medida en que la norma moral se fundamente en el intelecto, no podrá concebirse como opuesta a la libertad.
Ana Marta GONZÁLEZ, Moral, razón y naturaleza, 2ª ed., Eunsa, Pamplona 2006, p. 86