p. 129 Una norma racional es una norma con fundamento y justificación, y este fundamento no puede ser otra norma. El fundamento último de un deber ser no puede ser otro deber ser, sino un querer ser, es decir, un fin, bien o perfección del mismo sujeto del deber. El bien puede ser absoluto o incondicional, deseable por sí mismo, absolutamente final, pero ni la norma ni el deber pueden ser absolutos. Para dar razón de una norma, no basta conectarla al sistema normativo, no basta reconocerla como perteneciente a éste, porque el mismo sistema, para su validez y justificación, necesita referirse a algo externo a sí mismo. La validez intrasistémica de las normas, para ser fundamento de la validez normativa de estas mismas, depende de la validez extrasistémica del sistema mismo. Y el fundamento de la validez del sistema no puede ser una norma que, al fin y al cabo, por muy suprema que fuera, pertenecería al propio sistema. Este fundamento sólo puede ser el bien o perfeccionamiento del sujeto colectivo del sistema de normas: la polis. En clave kantiana, esto significa que el fundamento de la validez del imperativo de la razón, no está en la autonomía de la voluntad como legisladora, sino en la "autonomía" de la voluntad como apetito, tendencia o posesión de un telos: en la voluntad en cuanto que, por sí misma y con independencia de lo empírico, es voluntad de un fin o bien.