p. 297 Hablar así de los derechos naturales es más que comprensible, porque la misma idea de estos derechos supone pensar que la subordinación del hombre al bien común constituye necesariamente una instrumentalización, una utilización del hombre de cara a un fin que le es extraño y ajeno; y esto supone, a su vez, estar rechazando, en el fondo, que exista algo más que puros individuos y que sea posible algún tipo de bien que sea algo más que un bien individual. Con la idea de los derechos naturales se está asumiendo, como incuestionable, que el individuo es superior al ciudadano, es decir, que el hombre, al incorporarse a la sociedad y al subordinar su individualidad al bien común, no adquiere nada que sea más valioso que lo que ya poseía como mero individuo. Esto es, efectivamente, lo que lleva a Nozick a afirmar que subordinar el bien de un individuo en razón, supuestamente, de un bien mayor, del bien común, es siempre, en realidad, sacrificar el bien de ese individuo en beneficio del bien de otro u otros[1].
[1] Robert Nozick, op. cit., pp. 44-45.