RESUMEN:
La Tragedia clásica como medio para "ajustar" los afectos


TEXTUAL:
pp67-68

Cuando se contaban historias en la antigüedad, y especialmente cuando se representaban las tragedias, no se estaba simplemente divirtiendo al pueblo, sino que se le estaban provocando unos sentimientos alegrías, entusiasmos, aprobaciones, rechazos, condenas, etc. que iban configurando el corazón de las gentes. Lógicamente las historias que se contaban no debían ser historias cualesquiera sino aquellas en las que se expresaban los fundamentos de la propia ciudad; por esto se decía que Homero era el educador de la Hélade.



La tragedia no era sencillamente una obra de teatro. Alguna vez ha sido calificada como «la liturgia de la ciudad». "Res tua agitur": de lo que aquí se trata es de ti y de tus cosas, de tu mundo. Allí no se representaban historias divertidas para pasar el rato, sino que se exponían historias de acciones de gran peso, de tal forma que conmovieran al espectador y así configuraran su corazón de aquel modo preciso que reclama la fundación (y por tanto los fundamentos) de la ciudad.

En su definición de la tragedia, dice Aristóteles que la Tragedia, «mediante compasión y temor lleva a cabo la purgación (catarsis) de tales AFECCIONES» [cf. Poética 1449b 24-28]. La palabra clave de ese texto es la que se ha traducido por expurgación; en griego es catarsis. La expurgación puede entenderse en sentido directo, como purgación, como dar salida, como descarga de la tensión interior respecto de la facultad correspondiente; de modo parecido a lo que se expresa cuando alguien dice que tiene que ir de excursión al monte porque necesita «echar la bestia». (...)



Pero, sin dejar de tener este sentido más inmediato y obvio, la «expurgación» de que habla Aristóteles puede tener un sentido superior de extraordinaria importancia. Aunque no lo diga de modo explícito, no creo que Aristóteles se limitara a considerar la tragedia liturgia de la ciudad como un simple «purgante» de la piedad y el terror. La expurgación tiene el significado de purificación, pero no sólo en el sentido de aliviar tensiones o de temperar la hybris sino, sobre todo, en el de «poner en su sitio» los sentimientos más fundamentales. Por eso a la tragedia se le reconocía la fuerza de ser «liturgia de la ciudad». Para entender este significado de la catarsis, hay que reconocer que las emociones y las pasiones de las personas con mucha frecuencia, están «revueltas», de modo que los sentimientos, que deberían expresar el «encaje» de la persona en la realidad, resultan ser un factor de desorden, de modo que ni las emociones ni las pasiones responden adecuadamente a las realidades circundantes: lo bueno parece malo y lo malo, bueno; una bagatela provoca emociones encendidas, mientras que tesoros inmensos pasan inadvertidos.



FUENTE:
RUIZ RETEGUI, Antonio: Pulchrum (Libro) , , Ed.Rialp, 1999 Madrid II. LA PERCEPCIÓN DE LA BELLEZA. 8. «Templar el carácter y afinar el gusto» como fines de la formación: la «catarsis»


FUENTE AMPLIADA:
RUIZ RETEGUI, Antonio: Pulchrum Ed. Rialp, Madrid, 1999 (1998)


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