RESUMEN:
Conocimiento racional de los derechos humanos, sustraídos al imperio de los intereses.

TEXTUAL:
La mayoría de los llamados ilustrados en Europa no eran ni ateos ni agnósticos. Estaban de acuerdo con la idea cristiana de que existe un conocimiento puramente racional de Dios, y de que Dios, como escribe el apóstol Pablo, inscribió sus mandamientos en el corazón de los paganos, también sin Sinaí y sin Evangelio. (...) Los laicistas de hoy día, es decir, los ciudadanos seculares de hoy, ya no creen en una religión natural ni en un conocimiento natural de Dios. (...)

Fuera del cristianismo, la duda en la capacidad de la razón para conocer la realidad se ha convertido en la visión del mundo dominante. E igualmente la duda en la capacidad de la razón práctica para reconocer normas morales. Escepticismo y relativismo cultural son los paradigmas dominantes. (...)

Un reconocimiento semejante [de una ley moral natural] significa el sometimiento de deseos, intereses y preferencias individuales bajo un criterio común. Sólo sobre la base de un criterio semejante es posible un discurso público en el que verdaderamente esté supuesto el bien común, y en el que los argumentos no sirvan sólo al enmascaramiento de intereses. Los intereses chocarían entre sí, y se impondrían aquellos que fueran representados con mayor energía, aun cuando objetivamente no pudieran pretender tener el rango más elevado. Pero si el rango no es ordenado objetivamente, todo discurso racional es sólo una velada lucha por el poder, como afirma por ejemplo Michel Foucault.

Entonces, sin embargo, se pone en cuestión una base esencial de la democracia, pues la democracia vive de la fe en la posibilidad de un entendimiento racional. Sin la idea de un derecho según la naturaleza, que agradecemos a los griegos, no hay ninguna base común entre creyentes y no creyentes. Pero quienes mantienen hoy esta idea son los cristianos católicos. (...)

La defensa de una emancipación radical, no de la naturaleza humana, sino con respecto a la naturaleza humana, está caracterizada por un alto grado de irracionalismo. Para los discípulos de Nietzsche y de Foucault, la razón misma es sólo un medio de poder para imponer deseos individuales, no una instancia para examinar estos derechos según un criterio universal de lo aceptable para todos. Deseos sadomasoquistas tienen el mismo valor que el deseo de curar una enfermedad. (...) Lo importante es que el sádico lo haga con un masoquista, que está de acuerdo en ser tratado como basura.


FUENTE:
Robert Spaemann, Conferencia inaugural del VII congreso CATÓLICOS Y VIDA PÚBLICA, San Pablo-CEU, 18/XI/2005 (Aceprensa) EE, VIII, 1249b

FUENTE AMPLIADA:
FUENTE DETALLADA, Sin: Ed. , , 3000

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