RESUMEN:
«¿qué es lo que puede unir a las culturas entre sí de modo que no sólo queden hilvanadas externamente la una junto a la otra, sino que de su encuentro brote una interna fecundación y purificación? EL MEDIO QUE LAS LLEVE A ENCONTRARSE MUTUAMENTE NO PUEDE SER MÁS QUE LA VERDAD COMÚN SOBRE EL HOMBRE.»


TEXTUAL:
p.60

§2 (...) ¿qué es lo que puede unir a las culturas entre sí de modo que no sólo queden hilvanadas externamente la una junto a la otra, sino que de su encuentro brote una interna fecundación y purificación? EL MEDIO QUE LAS LLEVE A ENCONTRARSE MUTUAMENTE NO PUEDE SER MÁS QUE LA VERDAD COMÚN SOBRE EL HOMBRE. Sin la cual está siempre en juego la verdad sobre Dios y sobre la realidad en su conjunto. Cuanto más humana sea una cultura, cuanto más elevada esté, tanto más exhortará a la verdad que hasta entonces le había permanecido encubierta; tanto más capaz será de asimilar tal verdad y de asimilarse ella misma a la verdad. Pues bien, en este lugar se hace patente la peculiar autocomprensión de la fe cristiana. Esta fe, cuando está despierta y no corrupta, sabe muy bien que en sus diversas expresiones culturales existen muchos elementos humanos, que necesitan purificación y apertura. Pero sabe también con certeza que ella, en su núcleo, es el mostrarse de la verdad misma y es, por tanto, redención. Porque la oscuridad de la verdad es la más propia y desgraciada situación del hombre. Falsea nuestra acción y nos lleva a enfrentarnos unos con otros, porque estamos en disonancia con nosotros mismos, porque nos hemos alienado de nosotros mismos, porque está interrumpida nuestra relación con la razón de nuestro ser, con Dios. Cuando la verdad se otorga a sí misma [cuando lo que se entrega es la verdad], eso significa salir de las alienaciones y con ello salir de lo que separa; es el resplandecer de la norma común, que no hace violencia a ninguna cultura, sino que conduce a cada una a su genuino centro, porque cada una es en último término expectación de la verdad. Esto no significa uniformidad, sino todo lo contrario: cuando eso acontece, entonces la oposición puede convertirse en complementariedad, porque todas las culturas, ordenadas por la norma central, pueden desplegar en ese caso su propia fecundidad.

Tal es la elevada exigencia con que la fe cristiana se presentó en el mundo. De ella se sigue la obligación interna de enviar a todos los pueblos a la escuela de Jesús, porque él es la verdad en persona y, con ello, el camino para el ser del hombre. (...).



FUENTE:
RATZINGER, Joseph: Fe, Verdad y Tolerancia (Libro) , , Ed.Ed. Sígueme, 2005 Salamanca I. LA FE CRISTIANA EN EL ENCUENTRO CON LAS CULTURAS Y LAS RELIGIONES. 2. Fe, religión y cultura. *Fe y cultura


FUENTE AMPLIADA:
RATZINGER, Joseph: Fe, Verdad y Tolerancia Ed. Ed. Sígueme, Salamanca, 1985 (1983)


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