Por esto [por estar el derecho fundamentado en la autonomía individual], no es extraño que, sobre la base de esta concepción de los derechos naturales, algunos sostengan que prohibir cualquier conducta autolesiva, o no considerar como eximente en la lesión a otro el consentimiento de la víctima, es una muestra de paternalismo estatal, o que, incluso, como Nozick, acepten la validez de la esclavitud voluntaria[1].
[1] Cfr. Attracta Ingram, op. cit., pp. 38-39 y 109; y J. M. Kelly, op. cit., p. 446.