Contraposición kantiana – y, en general, moderna– entre autonomía y apetito, entre libertad y naturaleza: entender la naturaleza como mencanismo es negar su carácter de naturaleza:

p. 176 Para Kant, un obrar cuyo principio sea el apetito, y que, por tanto, esté regido por imperativos meramente hipotéticos, sólo puede ser un obrar heteró­nomo. Sólo puede ser autónomo un obrar cuyo principio sea la sola razón. Si la razón de la ley según la cual la voluntad se mueve o determina a sí misma, es un objeto que la voluntad quiere necesariamente, que atrae a la voluntad a causa de la disposición natural de ésta, a causa de un impulso puesto por la naturaleza, entonces, esta determinación de la voluntad es mera heteronomía, pues la voluntad no se determina inmediatamente, no se da a sí misma la ley, sino que la ley es dada por el impulso natural161. Esta contraposición kantiana – y, en general, moderna– entre autonomía y apetito, entre libertad y naturaleza, se debe a estar entendiendo lo natural como simple fenómeno empírico o fáctico, sometido a la causalidad eficiente, es decir, producido –como efecto o respuesta pasiva– por otro suceso empírico, que actúa como causa exterior de aquél. Entender lo natural así, es entender la naturaleza en clave mecanicista. Y entender la naturaleza como mecanismo equivale, precisamente, a negar que haya naturaleza: principio interno de operación. El término "naturaleza" se vacía de significado, porque en el mecanismo el principio del movimiento es siempre externo. Para la mente moderna, la libertad tiene que ser autodetermi­nación sin supuestos naturales, porque la naturaleza significa, no sólo determi­nación y necesidad, sino determinación y necesidad exterior.
161. FMC, Ak, IV, 441-444.