Conocimiento > Luz divina en nosotros
RESUMEN:
Conocemos todas las cosas por Dios, no en cuanto que El sea lo primero conocido, sino en cuanto que es la primera causa de la facultad cognoscitiva.
Conocemos todas las cosas por Dios, no en cuanto que El sea lo primero conocido, sino en cuanto que es la primera causa de la facultad cognoscitiva.
TEXTUAL:
Ob.1. Aquello en lo que conocemos todo lo demás, y por lo que juzgamos de lo demás, es lo primero que conocemos. Ejemplo: La luz por el ojo, los primeros principios por el entendimiento. Pero, como dice Agustín en el libro DE TRIN. 23 y en el libro DE VERA RELIG. 24, lo conocemos todo en la luz de la verdad suprema y por ella juzgamos lo demás. Por lo tanto, Dios es lo primero conocido por nosotros.
AD 1. A LA PRIMERA HAY QUE DECIR: Entendemos y juzgamos todas las cosas a la luz de la primera verdad, en cuanto que la propia luz de nuestro entendimiento, poseída naturalmente o por gracia, no es más que una impresión de la primera verdad, como ya dijimos (q.12 a.2 ad 3; q.84 a.5). Por eso, al no ser la misma luz intelectual objeto, sino medio de nuestro conocimiento, mucho menos será Dios lo primero conocido por nosotros.
Ob. 2. Más aún. LO QUE HACE QUE ALGO SEA LO QUE ES, LO ES MUCHO MÁS. Pero Dios es la causa de todo nuestro conocimiento; pues EL MISMO ES LA /uz VERDADERA QUE ILUMINA A TODO HOMBRE QUE VIENE A ESTE MUNDO, como se dice en Jn 1,9. Por lo tanto, Dios es lo primero y mejor que conocemos.
AD 2. A LA SEGUNDA HAY QUE DECIR: LO QUE HACE QUE ALGO SEA LO QUE ES, LO ES MUCHO MÁS ha de entenderse referido a lo que es del mismo orden, como dijimos (q.87 a.2 ad 3). Conocemos todas las cosas por Dios, no en cuanto que El sea lo primero conocido, sino en cuanto que es la primera causa de la facultad cognoscitiva.
Ob.1. Aquello en lo que conocemos todo lo demás, y por lo que juzgamos de lo demás, es lo primero que conocemos. Ejemplo: La luz por el ojo, los primeros principios por el entendimiento. Pero, como dice Agustín en el libro DE TRIN. 23 y en el libro DE VERA RELIG. 24, lo conocemos todo en la luz de la verdad suprema y por ella juzgamos lo demás. Por lo tanto, Dios es lo primero conocido por nosotros.
AD 1. A LA PRIMERA HAY QUE DECIR: Entendemos y juzgamos todas las cosas a la luz de la primera verdad, en cuanto que la propia luz de nuestro entendimiento, poseída naturalmente o por gracia, no es más que una impresión de la primera verdad, como ya dijimos (q.12 a.2 ad 3; q.84 a.5). Por eso, al no ser la misma luz intelectual objeto, sino medio de nuestro conocimiento, mucho menos será Dios lo primero conocido por nosotros.
Ob. 2. Más aún. LO QUE HACE QUE ALGO SEA LO QUE ES, LO ES MUCHO MÁS. Pero Dios es la causa de todo nuestro conocimiento; pues EL MISMO ES LA /uz VERDADERA QUE ILUMINA A TODO HOMBRE QUE VIENE A ESTE MUNDO, como se dice en Jn 1,9. Por lo tanto, Dios es lo primero y mejor que conocemos.
AD 2. A LA SEGUNDA HAY QUE DECIR: LO QUE HACE QUE ALGO SEA LO QUE ES, LO ES MUCHO MÁS ha de entenderse referido a lo que es del mismo orden, como dijimos (q.87 a.2 ad 3). Conocemos todas las cosas por Dios, no en cuanto que El sea lo primero conocido, sino en cuanto que es la primera causa de la facultad cognoscitiva.
COMENTARIO:
La luz divina es como la luz natural gracias a la cual podemos ver todo lo que conocemos; y esta luz se manifiesta en los primeros principios innatos del conocimiento especulativo (que no son premisas de las que se derivan conclusiones) sino principios que acompañan y que se afirman en todo lo que conocemos; esta luz también se manifiesta en los primeros principios del obrar que constituyen el deseo natural de bien por el cual hacemos TODO lo que hacemos.
La luz divina es como la luz natural gracias a la cual podemos ver todo lo que conocemos; y esta luz se manifiesta en los primeros principios innatos del conocimiento especulativo (que no son premisas de las que se derivan conclusiones) sino principios que acompañan y que se afirman en todo lo que conocemos; esta luz también se manifiesta en los primeros principios del obrar que constituyen el deseo natural de bien por el cual hacemos TODO lo que hacemos.
FUENTE:
Tomás de Aquino: Suma Teologica, I [trad. BAC Maior, 2001] q.88, a.1, obs.1 y 2, y ad 1 y ad 2
Tomás de Aquino: Suma Teologica, I [trad. BAC Maior, 2001] q.88, a.1, obs.1 y 2, y ad 1 y ad 2
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología, Parte Primera Ed. BAC, Madrid, 2001 (1273)
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología, Parte Primera Ed. BAC, Madrid, 2001 (1273)
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