RESUMEN:
Si la conciencia erróneamente nos dice que algo es precepto de Dios, si no lo cumplimos, cometemos pecado, aún incluso cuando se trate de acciones que en verdad son indiferentes moralmente. Esto es así porque la conciencia, aunque errónea, tiende a adherirse a la voluntad divina, y porque quiere cumplir la voluntad divina, entiende que ha de hacer algo a pesar de que en verdad no responda a la voluntad divina.


TEXTUAL:
SOLUCIÓN (...) No es, al parecer, posible que alguien evite el pecado, si la conciencia, por errónea que sea, dicta que algo, tanto si es indiferente, como si es malo en sí, es precepto de Dios; y si se dispone a hacer lo contrario, permaneciendo tal conciencia. Ya es en sí pecar mortalmente el no tener la voluntad de observar la ley. Aunque puede deponerse tal conciencia errónea, es, con todo, obligatoria mientras dura, porque su trasgresor incurre necesariamente en pecado. La conciencia recta y la errónea obligan de manera diversa: la recta liga simplemente y por si misma; la errónea, en cierta manera y accidentalmente. (...) Quien tiene conciencia errónea creyendo que es recta, que de otra suerte no erraría, se atiene a la conciencia errónea por la rectitud que cree que hay en ella. De suyo se adhiere a la conciencia recta, y a la errónea sólo accidentalmente, en cuanto que es eventualmente errónea la conciencia que él cree que es recta.


FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 (Libro) , , Ed.BAC, 2003 Madrid LA CONCIENCIA, ARTICULO 4 ¿Obliga la conciencia errónea?, De Veritate, q.17, art.4


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 Ed. BAC, Madrid, 2003


CLAVES: Conciencia > Conciencia errónea > Obligatoriedad de la conciencia errónea