p. 254 Si lo natural –lo modélico, lo paradigmático– es lo prepolítico, y lo político –lo artificial– siempre comporta o puede comportar una pérdida o un apartamiento de lo natural, lo político, el recurso al instrumento estatal, necesita ser justificado. La existencia y las características del orden político deben corresponder a las razones que llevarían, a cualquier individuo, a pasar de lo natural a lo político, de la integridad de su dotación natural a la limitación estratégica de esta dotación, y estas razones sólo pueden ser razones de utilidad individual. Con la aparición de la teoría de los derechos naturales, la filosofía política se convierte en justificación del Estado: el tema nuclear de la filosofía política pasa a ser qué tipo de Estado es justificable racionalmente a partir de individuos con idénticos derechos naturales. Para Nozick –que es uno de los ejemplos más claros de este enfoque de la filosofía política en la actualidad–, la cuestión fundamental de la filosofía política es la justificación del Estado, la cuestión de si debería haber Estado y qué clase de Estado debería haber. Por esto, según Nozick, tiene sentido empezar la filosofía política con la teoría del estado de naturaleza[1]. Pero, en verdad, el orden lógico es el inverso del señalado por Nozick: es la teoría del estado de naturaleza, y el concepto de lo natural que esta teoría supone, lo que da sentido y, más aún, obliga a convertir la filosofía política en justificación del Estado.


[1] Robert Nozick, Anarquía, Estado y Utopía, F. C. E., México, 1988, p. 17.