p. 162 Comentando a Aristóteles, Tomás de Aquino señala que es en lo repentino donde más se muestra la posesión del hábito, pues en la acción repentina no hay apenas deliberación y se actúa fundamentalmente por la inclinación que el hábito representa[30]. La virtud –que es hábito– conduce a obrar con esa prontitud y espontaneidad que son propias de quien actúa por inclinación, por apetito o connaturalidad con la acción realizada.