RESUMEN:
El objeto formal de la acción es lo que define su moralidad: lo que el sujeto agente elige hacer es formalmente lo que hace, aunque materialmente sea otra cosa. Por ejemplo, si un afirma como verdaderda una cosa que no sabe que es falsa, no miente formalmente, sino sólo materialmente, y por lo tanto no es formalmente mentiroso. Es más, las diferencias materiales no diversifican la especie del acto mientras sea una la razón formal.


TEXTUAL:
0b.3 ?los hombres juran en falso-escribe San Agustín en su sermón De verbis Apost. Jacobi ? ?cuando quieren engañar o ellos están engañados?. Ilustra esta afirmación con tres ejemplos. El primero de ellos es: ?Suponte que aquel que jura piensa que lo que jura es verdad; o que aquel otro ?es el segundo ejemplo? sabe que es falso lo que dice y jura, a pesar de ello, que es verdad; o imagínate, por fin, que un tercero piensa que una cosa es falsa y jura, a pesar de ello, que es verdad, y, de hecho, acaso lo sea?. Sobre este último añade que es un perjuro?. Luego se puede ser perjuro aunque se diga bajo juramento la verdad. Por consiguiente, la falsedad no es requisito esencial al perjurio.



Ad. ? A la tercera hay que decir que los actos morales proceden de la voluntad, cuyo objeto es el bien aprehendido por la razón. De ahí que, si a lo falso la razón lo considera verdadero, por lo que se refiere a nuestra voluntad, será materialmente falso, formalmente verdadero. Pero si a lo realmente falso lo considera falso, será falso material y formalmente. Y si a lo que es verdadero lo tiene por falso, será materialmente verdadero, formalmente falso. En todos estos casos, por tanto, queda a salvo de algún modo la esencia del perjurio por lo que cada uno de ellos contiene de falsedad. No obstante, porque en cada uno lo formal prevalece sobre lo material, no es tan perjuro el que jura en falso, pensando que lo que jura es verdad, como el que jura que es verdad lo que considera falso. Dice, pues, San Agustín en el lugar citado: ?Interesa saber de qué modo las palabras proceden de nuestro espíritu; porque quien hace culpable a nuestra lengua no es otro que nuestra mente culpable?.



FUENTE:
Suma de Teología II-II q.98, a.1, ad.3


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)


CLAVES: Acto humano > Objeto de la acción > Es la forma de la acción