Buena parte del espíritu puritano de los colonos del XVII fue secularizada y universalizada en el XVIII, y la conciencia de elección y predestinación que las congregaciones puritanas poseían, pasó a ser patrimonio de la nueva república en su totalidad. La idea de la "comunidad de los santos" fue proyectada sobre la naciente polis, y fue traducida en la "nación americana". Lo que la congregación de los regenerados había sido frente al resto de la sociedad colonial, lo representaba ahora la "nación americana" frente al resto del mundo y, especialmente, frente a Europa: encarnación de la corrupción, despotismo y decrepitud, cuya influencia había que evitar por todos los medios. Frente a esta Europa, que representaba el pasado corrupto y corruptor, la "nación americana", como nuevo "pueblo elegido", tenía una misión redentora en la historia [Adam B. SELIGMAN, The idea of Civil Society, Princeton University Press, Princeton, 1995, pp. 84-85].