[la calidad del trabajo afecta a la calidad moral de la persona, y la calidad moral de la persona influye en la calidad del trabajo]

p. 60 Respecto de cualquier actividad real, lo poiético, en cuanto distinto de lo moral, es sólo una abstracción. El zapatero en cuanto zapatero, distinguido del zapatero en cuanto hombre, no es un sujeto real. Y la actividad que asignáramos al primero, sin poder asignarla también al segundo, no sería una actividad real. No es realmente zapatero el sujeto cuya actividad termina absolutamente en el zapato hecho. No entendemos por zapatero al que fabrica zapatos y después los quema. Como tampoco entendemos por orador al que, literalmente, habla a las paredes o predica en el desierto. La cuestión no está sólo en la dimensión poiética. El sujeto real no es ninguno de los mencionados, sino el hombre en cuanto zapatero. Y la actividad real de éste es proveer de calzado –fabricándolo o reparándolo– a los demás, para mejorar la calidad de la vida de éstos y, por lo general, para sostener su vida y la de los que dependen de él. Esto es lo que hace en cuanto zapatero; y no puede hacerlo excelentemente sin ser excelente moralmente. Las intenciones, intereses y disposiciones con las que realiza –hace real– su actividad de zapatero, afectan a la verdad y calidad de esta realización, también en su dimensión poiética. Y la calidad de la dimensión poiética de esta realización, afecta a la condición moral de la acción que consiste en realizar la actividad de zapatero. Para quien es zapatero, no es posible ser bueno moral­mente –ser bueno en cuanto hombre– siendo un mal zapatero, proporcionando a los demás malos zapatos. Por esto, Santo Tomás indica que el mal médico se comporta en lo que es propio del médico, como el mal hombre en lo que es propio del hombre107. En ambos casos, el mal es moral, pues la diferencia entre ellos no es formal sino material: el primero es una determinación del segundo. Lo propio del médico no es saber de medicina, sino practicarla; así como lo propio del hombre no es saber de ética, sino obrar.
Entender así estas cuestiones es fundamental para que, respecto de cualquier actividad particular y real, la moral no aparezca como una exigencia extrínseca, ajena a los patrones de excelencia propios de la misma actividad, que se superpone a las exigencias de estos patrones, más bien entorpeciendo el alcanzarlos; sino, por el contrario, como una exigencia intrínseca, que dimana de la naturaleza y autenticidad de esa misma actividad, y que, por tanto, es condición de la excelencia de dicha actividad en sí misma considerada108. Entender la moral así significa que atenerse a las exigencias morales de la actividad de zapatero, perfecciona al sujeto de esta actividad en cuanto sujeto de ella, en cuanto zapatero, y no sólo en cuanto hombre o sujeto del obrar humano, como si esta identidad y este obrar fueran una identidad y una acti­vidad adicionales.