La invención de los derechos humanos

Inventing Human Rights. A History

Autor: Lynn Hunt

Tusquets. Barcelona (2009) 286 págs. 20 €. Traducción: Jordi Beltrán Ferrer.

Los derechos humanos son hoy uno de los componentes más importantes del acervo jurídico-político del mundo occidental. Si bien la historia de su filosofía es muy remota, en su reconocimiento formal destaca un hito fundamental: la aprobación, en 1776, de la Declaración de Independencia de Estados Unidos. En realidad, este texto es, para muchos, la primera Declaración de derechos humanos. De ahí la importancia del estudio de las ideas y del contexto histórico-político en el que surgió. El libro de Hunt es un intento más de aproximarse a esta realidad, mostrando, asimismo, la historia y posterior desarrollo de las Declaraciones que la siguieron, desde la Francesa de 1789, pasando por la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948, hasta nuestros días.

Con relación a la Declaración Americana de 1776, la novedad del libro estriba en que la autora aborda el tema desde una perspectiva bastante original, planteando la influencia de la literatura en el desencadenamiento de los ideales que cristalizaron en dicha Declaración. Lynn Hunt defiende la tesis de que "nuevas formas de leer (y ver y escuchar) crearon nuevas experiencias individuales (empatía), que a su vez hicieron posibles nuevos conceptos sociales y políticos (derechos humanos)" (pág. 33).

De este modo, la autora intenta justificar que la lectura, durante el siglo XVIII, de novelas de identificación psicológica por un cierto sector de la población -como, por ejemplo, Pamela (1740) y Clarissa (1747-1748), de Richardson, y Julia (1761), de Rousseau-, creó un sentimiento de igualdad y empatía, lo cual desencadenó, a su vez, un correlativo clima social apto para el reconocimiento de los derechos humanos. Tal cambio tuvo especial influencia en la abolición de la tortura.

Dicha hipótesis, aunque en un primer momento pueda resultar novedosa, cae en un claro reduccionismo: presenta como fundamento y motor principal del reconocimiento jurídico de los derechos humanos lo que no fue más que un elemento o factor más de impulso, incluso, con una fuerza mínima si se compara con otros factores. En realidad, la autora, siguiendo la tradición del empirismo anglosajón, y de la "moral sense theory", fundamenta los derechos humanos en el sentimiento moral de compasión o empatía, con base en la biología del cerebro. En esta línea, prima el sentimiento frente a la razón en la fundamentación de los derechos humanos, negando una base racional de los mismos. En este contexto, Lynn desvincula el origen de los derechos humanos de las corrientes de pensamiento de base racional, especialmente de la tradición judeo-cristiana, a la que presenta como contraria a los mismos.

Posteriormente, la autora muestra, brevemente, cómo la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que siguió a la Declaración Americana, abrió un debate político que, a largo plazo, tuvo consecuencias en el reconocimiento de derechos a colectivos sociales concretos, anteriormente excluidos: minorías religiosas, personas de raza negra, mujeres, etc.

En definitiva, la lectura del libro permite aproximarse a la historia de un tema tan trascendental para la cultura jurídico-política actual como son los derechos humanos. Sin embargo, lo hace desde una perspectiva excesivamente empirista e historicista y, en ocasiones, aporta una visión simplificada de la realidad. Minusvalora así que en el origen del reconocimiento formal de los derechos humanos confluyen factores muy diversos, siendo el resultado no sólo de una rica y vetusta tradición filosófico-jurídica, sino también de un entramado histórico, político y económico muy complejo.